divendres, 5 de setembre del 2014

L'educació de les elits



Tiramonti, Guillermina y Ziegler, Sandra. (2008). 
La educación de las elites. Aspiraciones, estrategias y oportunidades. 
Buenos Aires: Paidós.
202 páginas
ISBN: 978-950-12-1514-4. 

Reseñado por Leandro Stagno - Universidad Nacional de La Plata
23 de febrero de 2009
La educación de las elites en la trama de las desigualdades sociales y culturales
Con posterioridad a la última dictadura militar (1976-1983), los estudios socioeducativos realizados en la Argentina centraron su atención sobre las consecuencias de la organización antidemocrática del sistema de educación formal. Entre ellos, las investigaciones de Cecilia Braslavsky expusieron una serie de conclusiones que, en su conjunto, revelaban la segmentación del sistema educativo argentino, proceso enmarcado en dinámicas más amplias de producción y reproducción de las desigualdades sociales y culturales. 
Este escenario delimitaba una apropiación diferenciada del bien educación y, de esta 
forma, cuestionaba las expectativas igualitarias estructurantes de dicho sistema 
(Braslavsky, 1985).
Las políticas educativas impulsadas a lo largo de la década de 1990, enmarcadas 
en una agenda de modernización que redefinió las tradicionales funciones del Estado Nacional, no lograron modificar esta configuración segmentada. La implementación de programas focalizados para compensar las diferencias, la descentralización organizacional y financiera del sistema y los mecanismos de evaluación nacional, no hicieron más que cuestionar la idea misma de sistematización de la educación y de acrecentar las situaciones de desigualdad.
Una investigación sobre los cambios observados en la escuela secundaria actual, dirigida 
por Guillermina Tiramonti y publicada en 2004, ha puesto de manifiesto la presencia de una experiencia escolar fragmentada que ha profundizado las desigualdades producidas y 
reproducidas por la segmentación escolar. Un sistema segmentado implicaba la presencia de un campo diferenciado por segmentos integrados a una totalidad, con posiciones relativas a actores e instituciones que los tornaban reconocibles. Un sistema fragmentado carece de referencias a una totalidad y no admite un orden jerárquico, donde la brecha entre los fragmentos no está dada sólo por elementos socioeconómicos, sino también culturales (Tiramonti, 2004). 
Los trabajos que integran dicha investigación comprueban que esta fragmentación da 
lugar a propuestas educativas que ya no persiguen la instauración de una experiencia igualitaria. 
Entre los sectores altos, la oferta diferenciada supone la posibilidad de elegir entre instituciones que ofrecen una articulación entre la escuela secundaria y las principales universidades europeas, viajes de estudios, bilingüismo desde temprana edad o, simplemente, una socialización escolar basada en valores morales tradicionales. Al interior de este fragmento, la oferta se diferencia por contar con todos o con algunos de estos elementos. Entre los sectores bajos, para aquellos jóvenes que no han logrado concluir la escuela secundaria, o quienes nunca la han transitado, la oferta supone una serie de formatos escolares tendientes a la terminalidad del nivel medio.
El libro de Guillermina Tiramonti y Sandra Ziegler que aquí se reseña continúa esta 
trayectoria de indagación, con el propósito de analizar las experiencias educativas vinculadas a la formación de los sectores sociales altos y medios altos. Publicado en 2008, ha sido producto de un trabajo llevado a cabo por dos grupos de investigación, uno con sede en el Área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, el otro en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Victoria Gessaghi, Paola Llinás, María Elena Martínez, Nancy Montes, María Alejandra Sendón, Viviana Seoane y Alicia Villa, integrantes de estos equipos, han participado como colaboradoras en esta publicación. 
En conexión con los anteriores trabajos de este equipo, las autoras inscriben la 
educación de los sectores privilegiados en una trama caracterizada por la fragmentación del sistema educativo. Asimismo, la asocian con un proceso más amplio de cierre social, concepto esgrimido por Max Weber para aludir a las relaciones sociales mediante las cuales un grupo intenta maximizar sus beneficios, limitando el acceso a recursos y oportunidades a otros grupos e intentando constituir un monopolio (Weber, 1922/1997).
Como punto de partida, ponen de manifiesto las dificultades inherentes al propio 
concepto de elite para estudiar el caso argentino. A diferencia de Brasil y Francia –las principales referencias consideradas a lo largo del libro-, en la Argentina no ha habido un único sector social que haya logrado monopolizar el conjunto de capitales materiales y simbólicos que definen a una elite política, cultural o empresarial. La explicitación de esta característica constituye un importante indicio para comprender la ausencia de trayectorias institucionales 
reconocibles o legitimadas para la formación de grupos dirigentes, así como la heterogeneidad 
de las experiencias educativas vinculadas a tal propósito. En este sentido, las autoras proponen 
dos hipótesis de trabajo. Por un lado, sostienen como tendencia un crecimiento exponencial de 
instituciones que aspiran a seleccionar a los sectores tradicionalmente vinculados con las elites 
políticas, culturales o económicas, contribuyendo de esta forma con los procesos de selección 
social. Por otro lado, aunque las iniciativas individuales parecerían ser las principales estrategias 
empleadas en la lucha por el ascenso social y la apropiación de los capitales necesarios para 
conseguirlo, aseguran que esta competencia escasamente institucionalizada no ocurre al margen 
de la acción estatal, que no garantiza la igualdad de oportunidades en la disputa ni contribuye a 
limitar los modos segregados de incorporación a la educación. 
El primer capítulo describe las dinámicas que adopta la elección escolar entre las 
familias de los sectores altos y medios altos. Definida como una estrategia para la conservación 
del estatus familiar y para sostener o aumentar los capitales alcanzados, dicha elección supone la 
combinación entre historias individuales, historias familiares y posibilidades de opción en un 
mercado fragmentado. Entre las familias entrevistadas, los motivos o preferencias puestos en 
juego al momento de la selección son diversos: la conservación de valores morales constitutivos 
de la tradición familiar, la excelencia académica y la valoración por el saber, la libertad y la La educación de las elites 3
valoración artística, el cosmopolitismo y la internacionalización de los estudios, el control del 
ocio. Esta heterogeneidad de justificaciones alude a diferentes aspiraciones que los miembros de 
la elite tienen para su descendencia, así como a cambios y continuidades en el diálogo 
intergeneracional. 
El segundo capítulo estudia los procesos de selección que realizan las escuelas y las 
familias, en tanto una doble vía de selección social: las familias eligen a las escuelas más 
representativas de sus preferencias, al mismo tiempo que las escuelas procuran elegir a las 
familias mejor provistas de capital (social, cultural y económico). Estas selecciones se 
fundamentan en estrategias de marketing que, desde consultoras de mercado, procuran asesorar a 
las familias para “reducir riesgos” en la selección de las escuelas, así como a las instituciones 
para definir una propuesta educativa tendiente a captar la atención de “clientes” que 
contribuyan a sostener la “excelencia” publicitada. Tal como se concluye, estas estrategias de 
marketing educativo contribuyen a acrecentar el carácter fragmentado del sistema educativo y 
profundizan los procesos de segregación social ya instalados. 
En el tercer capítulo se comparan las trayectorias escolares de los jóvenes de sectores medios y aquéllos de sectores altos, a través de un análisis centrado en las trayectorias familiares 
y en las ofertas institucionales disponibles. En relación con las conclusiones arribadas en el 
primer capítulo, las autoras afirman que la heterogeneidad de experiencias es el rasgo más 
saliente de la formación de estos jóvenes. Sociabilidades en ámbitos acotados, extensas jornadas 
escolares, recorridos deliberadamente controlados o definición de un núcleo duro de valores y 
expectativas como horizonte compartido entre la comunidad y las instituciones, son las 
estrategias observadas con mayor frecuencia que, asimismo, contribuyen a delimitar los aludidos 
procesos de cierre social. Esta tendencia es más destacada entre los sectores altos, para quienes 
la promoción de una “socialización entre nos” juega un papel central. 
El orden disciplinario de las escuelas que integran la muestra es abordado en el cuarto 
capítulo, donde se brindan precisiones sobre las subjetividades presupuestas y promovidas en 
las experiencias relacionadas con el aprendizaje de la disciplina y la convivencia. Sujetos de 
deberes, entrepreneurs, sujetos activos y responsables, ciudadanos críticos, como los diversos 
puntos de partida y de llegada de la disciplina escolar, caracterizada por una hibridación de 
discursos y prácticas. 
En el quinto capítulo, la “socialización entre nos” se pone frente a la “socialización con 
los otros”, mediante la consideración de las acciones solidarias que integran el cotidiano (extra) 
escolar de algunas instituciones. El núcleo argumental gira en torno a las continuidades y 
rupturas observadas en los modos de relación entre los sectores privilegiados y los más 
desfavorecidos, a fin de comprender las actuales imágenes de los “otros” promovidas por las 
instituciones educativas vinculadas a las elites. Los discursos de la caridad católica, del 
voluntariado privado y del management, fundamentan estas prácticas y promueven diferentes 
imágenes de la alteridad. El “otro” –sujeto de asistencia, contención, beneficios, tutelas, pero 
pocas veces de derechos- constituye el objeto de programas que intentan “sostenerlos” y, al 
mismo tiempo, difundir entre los jóvenes de las elites valores morales tradicionales, el desarrollo 
de gratificaciones personales y/o un carácter emprendedor. 
El actual debilitamiento de las instituciones en materia de regulación y determinación de 
los comportamientos individuales y los consecuentes procesos de individualización, objetos de 
análisis de la literatura sociológica contemporánea, son retomados en el capítulo seis a fin de 
proponer interrogantes sobre la socialización de los jóvenes de los sectores altos. Tal como se 
sostuvo en los anteriores capítulos del libro, las familias de este sector dejan poco margen de 
acción a las iniciativas individuales, sobre todo, aquellas que podrían contradecir las 
oportunidades para sostener el estatus conseguido. La escuela actúa como un aliado en esta 
empresa, en tanto el habitus escolar apuntala las “estructuras estructurantes” del contexto 
familiar. Así, la individualización como mandato parecería tener poca eficacia performativa, 
frente a las deliberadas resistencias a reconocer la autonomía de los jóvenes para seleccionar 
trayectorias. 
Proponiendo al lector una mirada comparativa, el capítulo siete reseña las principales 
características que observa la educación de las elites en Francia, mediante la revisión de la 
producción académica francesa de los últimos años. Este estado del arte sobre el tema se 
articula sobre tres ejes: cómo se efectúa la selección, el reclutamiento –recrutement- y 
consagración de las elites; qué características adoptó la ideología meritocrática en estos 
procesos; cuáles son las incidencias de la internacionalización de las trayectorias escolares de las 
elites sobre la tradicional estabilidad del modelo francés. 
A modo de cierre, Guillermina Tiramonti y Sandra Ziegler proponen una serie de 
interrogantes que redoblan la apuesta por un análisis comparado entre el caso argentino y el 
francés. Cada una de las preguntas planteadas podría considerarse como una herramienta para 
hacerse paso en la espesura de un terreno poco transitado por el campo académico local 
(Merodo; Atairo; Stagno; Palamidessi, 2007). Los aportes realizados desde la sociología de la 
educación (del Cueto, 2004; Kessler, 2002; Ziegler, 2004) y la historia de la educación (Dussel, 
1997; Legarralde, 1999) son, sin duda, destacadas referencias para proseguir los análisis del caso 
argentino. La literatura sociológica francesa propone interesantes tópicos que podrían ser 
retomados para la comparación propuesta por Tiramonti y Ziegler. El análisis de las trayectorias 
individuales y familiares desde el concepto de frontera social y simbólica es uno de estos tópicos 
(Labache; Saint Martin, 2008), indicio de las diferencias existentes al interior de las elites, tanto 
si dichas fronteras actuasen como murallas de protección frente a los temores asociados a la 
desclasificación social –déclassement- o como barreras que impidiesen construir un camino propio 
para los integrantes más jóvenes de las familias. La constatación de trayectorias que transgreden 
fronteras advierte sobre la necesidad de considerar tanto las prácticas de resistencia a un modelo 
de formación impuesto, como las prácticas de conservación propias de algunas familias 
herederas de la nobleza, en momentos en que los títulos nobiliarios alcanzan para reconocerse 
en un “nosotros” pero no para diferenciarse de un “ellos” (Saint Martin, 2002). Otro concepto, 
el de capital moral, contribuye al conocimiento de la diferenciación por género entre las elites, 
vinculado con las aspiraciones que tienen para las niñas y las jóvenes, así como las 
oportunidades previstas para sus futuras trayectorias escolares, profesionales y familiares (Saint 
Martin, 1999). 
El diagnóstico de un sistema educativo fragmentado da relevancia actual a estos 
interrogantes y tópicos de indagación y, en particular, pone de manifiesto la importancia que 
revisten los estudios que integran La educación de las elites, aporte fundamental para comprender 
las dinámicas de producción y reproducción de las desigualdades sociales y culturales en la 
Argentina.


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